A Sebastiao Salgado se le ha acusado varias ocasiones de
estetizar el sufrimiento. En el libro De
mi tierra a la Tierra, habla sobre este tema y sobre cómo se enfrenta a las
situaciones en las que tiene que fotografiar el sufrimiento ajeno.
“ Como ya he mencionado, he visto tantos sufrimientos,
tantos odios y violencias a lo largo de mis reportajes para Éxodos, que acabé
tocado. Pero no lamento haberlos realizado. “Cuando uno está frente a la
atrocidad, ¿qué es una buena foto?” -me preguntan a veces. En mi respuesta hay
pocas palabras: la fotografía es mi lenguaje. El fotógrafo está ahí para cerrar
el pico, sean cuales sean las circunstancias, está ahí para ver y fotografiar.
A través de la fotografía trabajo, me expreso. A través de ella vivo.
Amo Ruanda, he querido fotografiar a sus trabajadores y sus
plantaciones, así como la belleza de sus parques y las atrocidades que se han
perpetrado allí, precisamente porque amo este país. En ese periodo de horror,
lo fotografié con todo mi corazón. Pensaba que todo el mundo debía saberlo.
Nadie tiene derecho a protegerse de las tragedias de su tiempo porque somos
todos responsables, en cierto modo, de lo que ocurre en la sociedad que hemos
elegido vivir.
Esta sociedad de consumo en la que participamos todos;
debemos todos admitir que explota y empobrece a un enorme número de habitantes
del planeta. (…) Es nuestro mundo, debemos asumirlo. No son las fotografías las
que crean las catástrofes. Las fotos no son más que los síntomas de la
disfunción de este mundo en el que participamos todos. Los fotógrafos están ahí
para ser su espejo, igual que los periodistas. ¡Y que nadie me hable de
voyeurismo! Los mirones son los políticos que permitieron esas catástrofes y
los militares que facilitaron la represión en Ruanda. Son ellos los
responsables, así como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, con
todos sus incumplimientos, no impidió que cometieran millones de asesinatos.
Siempre he intentado mostrar a las personas en su dignidad.
Casi siempre son víctimas de la crueldad de los acontecimientos. Son
fotografiados cuando han perdido su casa, cuando han presenciado el asesinato
de sus allegados, en ocasiones, el de sus propios hijos. La inmensa mayoría es
inocente y no ha merecido ninguna de las desgracias que les ha caído encima.
Mis fotografías: las he hecho porque pensé que todo el mundo debía saber. Es mi
punto de vista, pero no obligo a nadie a mirarlas. Mi objetivo no es dar
lecciones, ni crear buena conciencia provocando tal o cual sentimiento de
compasión. Tomé estas imágenes porque tenía la obligación moral, ética, de
hacerlo. En tales momento de tormenta, qué es la moral, qué es la ética -me
preguntarán. Es en el instante en el que me encuentro frente a alguien que está
muriendo cuando decido si pulso el disparador o no.
Sebastiao Salgado, De mi tierra a la Tierra.